¿Puede un idioma ser sexista?

¿Puede un idioma ser sexista?

Por Cassie Wright
Actualizado el 08.11.2022

«No soy autoritaria. Soy la jefa.»

Cuando pienso en reemplazar la carcasa barata del móvil, miro esta frase, escrita en negrita en el dorso, y sonrío. A primera vista, es fácil deshacerse de ella, no es más que otro eslogan descarado usado para decorar un accesorio.

Pero la realidad que esconde la frase viene de cómo se usa la lengua inglesa en el día a día.

En inglés, llamar «autoritaria» o «mandona» (bossy) a una mujer no es algo precisamente muy amable. Para ellas, decir «No soy autoritaria. Soy la jefa» es un acto de rebeldía contra el uso de esa palabra.

A diferencia de idiomas como el español, el francés o el alemán, en inglés las palabras no tienen género. Pero algunas palabras inglesas, como bossy, bubbly, frigid, frumpy o high-maintenance, solo se usan para describir a las mujeres. Incluso palabras como bossy o aggressive se usan como críticas a las mujeres en evaluaciones formales de trabajo.

No es para nada agradable.

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Solo para chicas

Hagámonos una pregunta.

¿Por qué en inglés nos referimos a las mujeres adultas como chicas, pero men y boys no son igualmente intercambiables?

De hecho, si se usa la palabra boy para describir a un hombre adulto, es deliberado. Se usa para indicar que sus actos son inmaduros.

Entonces, cuando alguien dice girls en lugar de women, ¿las está insultando? En absoluto. A menudo oirás la palabra girls en frases como girls’ night o girl talk. Solo forma parte de la manera en que se usa el inglés.

Puede que esto haga del inglés una lengua un poco sexista. Pero ¿es realmente posible que una lengua, algo que siempre está evolucionando, contribuya a las ideas sexistas?

Analicemos esto: No hay versión masculina equivalente para las palabras spinster, working mother, career woman y soccer mom. En otras palabras, no se puede decir working dad o career man porque culturalmente hemos asumido que los hombres son profesionales. Nunca ha sido necesario puntualizarlo.

Del mismo modo, te mirarán con extrañeza si dices soccer dad. Es una etiqueta para madres que se ocupan de su casa y de las actividades extraescolares de sus hijos. Conducen todoterrenos y llevan todas el mismo corte de pelo (realmente no).

En cualquier caso, no pinta bien para el inglés en materia de sexismo.

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¿Qué ocurre con los idiomas con género?

¿Acaso importa que una lengua designe algunas palabras como masculinas y otras como femeninas? A fin de cuentas, aunque la pluma y el libro tengan géneros diferentes, solo estamos hablando de dos objetos.

Pero, si has estudiado un idioma con género, seguramente ya sabrás que algunas palabras tienen ambas formas: masculina y femenina. El problema es que, en algunos casos, los significados de ambas formas son distintos.

Por ejemplo, existen algunas palabras en español que solo tienen connotaciones negativas en la forma femenina:

  •     Gallo significa valiente, pero gallina significa cobarde.
  •     Un hombre público es un hombre de presencia influyente, pero una mujer pública es una prostituta.
  •     Gobernante designa a un líder, pero gobernanta es la mujer responsable de la limpieza de un hotel.
  •     Un sargento es un rango militar, pero una sargenta es una mujer corpulenta y hombruna.

Del mismo modo, en francés hay palabras para referirse a ciertas profesiones que solo se pueden usar en masculino. Esto se debe a que la forma femenina tiene una connotación negativa o sexual. Por ejemplo, un entraîneur es un entrenador, pero une entraîneuse hace beber a los hombres en cierto tipo de bares.

A veces, hay que añadir otro término en femenino, como en el caso de maître assistante. Para hablar de un profesor ayudante, hay que usar maître assistant o maître assistante. Nunca se usaría la palabra maîtresse para evitar cualquier connotación sexual.

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«Le masculin l’emporte toujours sur le féminin»

Solo es una norma de la gramática francesa, pero literalmente significa que el masculino prevalece siempre sobre el femenino. En la práctica, esto convierte una sala llena de mujeres y un solo hombre en ils en vez de elles. También determina la concordancia del adjetivo en frases como Les garçons et les filles sont heureux (y no heureuses).

Pero ¿sabías que esta norma no existía antes del siglo xvii?

Por entonces, la gramática no estaba tan dominada por el sexo masculino. En vez de eso, la norma de la concordancia se basaba en la proximidad. Esto significa que la frase de arriba se podía escribir de dos formas: Les garçons et les filles sont heureuses o Les filles et les garçons sont heureux.

Sin duda, este cambio repentino en la norma despierta nuestra curiosidad.

Este dominio gramatical de lo masculino aparece cada vez que quieres hablar de un grupo de hombres y mujeres. En francés, español y alemán, la forma masculina es el «género por defecto». Por lo tanto, se usa como una forma neutra que se refiere a todos, de manera colectiva.

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¿Inclusivo o invisible?

Las normas gramaticales nos dicen que el masculino se emplea para todos. Pero ¿son menos importantes las mujeres cuando se usa el masculino por defecto?

Hay quien está empezando a creerlo. Por ejemplo, el himno nacional de Alemania actualmente usa la palabra Vaterland (patria, tierra del padre). Pero algunos insisten en que debería ser cambiado por Heimatland (tierra que es tu hogar).

Incluso en inglés, hay términos masculinos como mankind (humanidad) y manpower (mano de obra) que incluyen a ambos sexos. Sin embargo, hay investigaciones que están empezando a mostrar algo bien diferente.

En un estudio, vemos que cuando se usan palabras masculinas de profesiones como bombero o policía, los niños las asociaban menos a las mujeres.

Igualmente, los participantes de un estudio francés nombraron más a autores masculinos al preguntarles por dos écrivains. Por otro lado, al preguntarles por dos écrivains ou écrivaines, mencionaron más nombres de mujeres.

En un estudio alemán sobre empleo, los participantes concluyeron que los cargos con género masculino eran más adecuados para hombres. Luego se usaron las formas masculinas y femeninas de dichos cargos. Entonces hombres y mujeres fueron juzgados de manera más equitativa.

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¿Por qué cambiar el lenguaje?

En el 2015, el Consejo Superior para la Igualdad de Género promovió l’écriture inclusive, o escritura inclusiva, para el francés.

Los cambios recomendados incluían:

  •     Eliminar términos o expresiones marcadas en género como chef de famille (cabeza de familia), nom patronymique (apellido) o en bon père de famille (con la debida diligencia)
  •     Dejar de usar tratamientos masculinos para las mujeres en el ámbito profesional
  •     Usar las dos formas, masculina y femenina, como en à tous et toutes (a todos y todas)

La Academia Francesa discrepó de estas recomendaciones, alegando que los cambios conllevarían desavenencias y confusión. No sorprende de una institución donde  solo 5 de los 36 miembros son mujeres y la edad media es de 78.

En otros países cuyos idiomas tienen género gramatical existen debates similares acerca de la inclusión.

En España, el uso del masculino como género por defecto conllevó la suspensión del pago de atrasos a tres trabajadoras. El motivo: su contrato especificaba trabajadores en vez de trabajadoras. La Real Academia Española (RAE) culpó a los que creen que el uso del masculino vuelve a las mujeres invisibles.

En Alemania, una clienta pretendía demandar a la Caja de Ahorros Alemana por usar tratamiento masculino para dirigirse a ella. Sin embargo, el Tribunal de Justicia de Alemania (BGH) rechazó la demanda y dos apelaciones. Afirmaron que la ley de Igualdad de Género no implica dirigirse a mujeres con tratamientos femeninos.

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Entonces, ¿qué podemos hacer?

Cambiar las normas gramaticales de un idioma puede parecer una pesadilla para nativos y estudiantes. Sin embargo, debemos recordar que las lenguas evolucionan y cambian al mismo tiempo que lo hacen los hablantes.

Una de las formas en que esto ocurre es la creación de nuevas palabras. En Quebec, una palabra que antiguamente se refería a la mujer del alcalde, mairesse, hoy se usa como alcaldesa.

En alemán, el lenguaje inclusivo ha llevado al uso de Ratsfrau para las concejalas. También del término Hausmann (amo de casa) como masculino de Hausfrau. De hecho, el Duden, un diccionario actualizado regularmente, incluye un capítulo sobre igualdad de género en la lengua.

En español, se han propuesto cambios a género neutro. Estos incluyen el uso de «x» o «e» para reemplazar las terminaciones «a» y «o».

Paralelamente, la conciencia de que existen palabras negativas que describen solo a mujeres las capacita para oponerse a esta visión.

«No soy autoritaria. Soy la jefa.»

Aunque los idiomas sean sexistas, podemos decidir ser más conscientes de las palabras que usamos. Y también del verdadero significado que se oculta tras ellas. Podemos combatir el modo en que esas palabras negativas son utilizadas para desanimar a mujeres y chicas.

También debemos admitir que las lenguas cambian. Algunos términos, como el alemán Fräulein (un diminutivo, versión de Frau), ya no se usan. Cada día se añaden nuevas palabras a los diccionarios. Si no estuviéramos abiertos a esos cambios, nuestra habilidad para comunicarnos y relacionarnos con los demás disminuiría drásticamente.

Si renunciamos a escuchar al otro y crecer, ¿para qué querríamos aprender o utilizar una lengua?

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